lunes, 22 de diciembre de 2008

De verdad que se le quitan a uno las ganas...

Vale. Ya está. No voy a dar nombres, no voy a pillarme los dedos, pero no me voy a callar.

Hace un par de meses, cierta persona me encargó que le diseñara un logotipo. Cuando quise hablar con él de presupuestos, me dijo que no, que como la cosa era para darme a conocer a sus asociados, pues que gratis.

Aún así le diseñé el logotipo. Por favor, que nadie me pregunte por qué. Eso sí, me cubrí las espaldas. Él necesitaba un logotipo con urgencia para poder usar en sus tarjetas de visita, y eso fue lo que yo le entregué: un logotipo en colores planos, sin efectos ni nada que pudiera resultar demasiado confuso al poner en un soporte tan pequeño como una tarjeta de visita. Una vez entregado, como siempre he dicho, el trato está cerrado.

Él me sugirió que lo modificase, que hiciese una versión en bonito para impresionar a los miembros de su asociación. Y así lo hice. Pero el trato ya estaba cerrado, el trabajo ya estaba entregado, y este otro trabajo era, según él me dijo, para que sus asociados vieran lo que yo podía hacer. Así pues, hice una nueva versión, combinando la ilustración vectorial con la pintura digital y con la infografía tridimensional, pero que aún así representaba exactamente el mismo modelo... y lo colgué en mi web con marca de agua, para evitar que nadie pudiera utilizarlo sin mi consentimiento, pero para que la gente pudiera verlo junto con mis otros trabajos.

La idea era muy simple, y no me avergüenza decirla: el cliente me pidió un logo gratis para tarjetas de visita, y le entregué un logo gratis para tarjetas de visita. Esta otra versión es un trabajo para mí y sólo para mí. Si él la quiere, que la pague.

Pues bien, hoy he descubierto que esa nueva versión del logotipo, la miniatura al menos (que no tenía marca de agua para que se pudiera ver bien en la previsualización de la galería, pero que mide demasiado poco para aparecer en ningún tipo de soporte físico), ya está en la web de SU empresa. Sin mi permiso, sin mi conocimiento, sin haber visto yo un céntimo.










Lo diré bien claro. Se le quitan a uno las ganas de seguir con esto, cuando lo único parecido a un cliente que te entra te roba el trabajo, te manipula, te miente, y encima espera que le rías las gracias cuando te cuenta que hay alguien por ahí intentando robarle su idea. Conozco a este caballero sólo lo bastante bien como para saber que, si ahora le digo "quita el logo de tu web", se limitará a modificarlo para que no sea exactamente el mismo y a decirme "Hale, ahora demuestra que es el tuyo" (creedme, no es una acusación sin pruebas, sé perfectamente que haría eso... porque ya me está pidiendo que le ayude a hacerle eso a otra persona). Sé que me he matado a trabajar para nada, sé que no se respeta mi trabajo, sé que no se me respeta a mí. Y sé que no puedo hacer nada para evitarlo.


Aunque bueno, ahora también sé a qué atenerme con este tío. Que lo vuelva a intentar. Por favor.

viernes, 19 de diciembre de 2008

Dartacán, Dartacán

Tomad asiento, niños y niñas. Hoy quiero compartir con vosotros un tema que me viene intrigando desde hace algunos años. Pero antes, aviso a los que esperéis una vuelta de tuerca por mi parte, de esas así ingeniosas y tal, que os podéis decepcionar un poco con lo que está a punto de venir. Porque esta vez, os juro que la vuelta de tuerca ya estaba ahí antes de que llegara yo.

Dartacán y los Tres Mosqueperros, damas y caballeros. Para los que no lo recordéis, Dartacán contaba las aventuras de cuatro heróicos perros que defendían al Rey de Francia a capa y espada contra las intrigas del ladino cardenal Richelieu (todos ellos perros, ojo) y de la rastrera Milady de Winter (que inexplicablemente era una gata). Yo he crecido con esa serie. No debió ser una serie muy larga, porque tampoco se puede decir que creciera mucho. Pero el caso es que me he criado con esa serie de factura nacional, basada en una novela del francés Alejandro Dumas.

Imaginad mi sorpresa cuando descubrí, en mis primeros años de universidad, que la serie había sido creada para una productora española por un estudio japonés; que había sido emitida en Japón; que luego había llegado a África; y que en 1985 fue estrenada por la BBC Children bajo el nombre de "Dogtanian and the Three Muskehounds".

Original, ¿verdad? Quiero decir, lo de "Muskehounds" quizás un poco demasiado forzado, pero el "Dartacán" traducido como "Dogtanian" es un acierto. Se aproxima al nombre del personaje original (D'Artagnan), consigue colar la palabra "Perro" por alguna parte y sigue sonando parecido a lo que debería. No ha sido algo tan cutre como traducirlo literalmente, algo en plan "Dartadog" o "Dartapooch".

Con todo, cualquiera que recuerde el tema musical sabrá que había un coro de niños gritando "¡Dartacán, Dartacán!" bastante rápido hacia la mitad de la canción. Y claro, ahí es donde entraba el verdadero dilema... ¿cómo iban a decir "Dogtanian, Dogtanian" así de rápido? A primera vista, parece una palabra bastante más dificil de pronunciar. Máxime cuando sabes que se pronucia como una palabra llana, con el acento en el "Tan": Dog-TAN-ian.

Ese era el momento cumbre de la canción, cualquiera que haya sido niño durante la época en la que emitían Dartacán lo sabe. Así que ¿cómo pensaban hacerlo? ¿Iban a modificar la melodía, iban a componer una música enteramente nueva?

TEODIOMUCHO, en su sempiterno afán por esclarecer la verdad, ha realizado una investigación intensiva. Y esto es lo que hemos descubierto (os advierto que puede cambiar vuestras vidas para siempre):





Que alguien me lo explique.