Oremos (como las galletas)
Los que me conocéis bien sabéis que soy cristiano. Creo en Dios, creo en Cristo, creo en el buen ejemplo que puede dar un buen hombre haciendo buenas obras. Lo que ya me cuesta un poco más de trabajo creerme es que la Santa Iglesia Católica, bajo el control de los romanos (ya sabéis, esos que cogieron a Cristo y le hicieron tres piercings), sea la infalible representación de la palabra de Dios en la Tierra.
O por abreviar: no me creo que sean infalibles.
Seamos sinceros: son personas. Algunas mejores que otras, pero personas. Y como tales, falibles. ¿Qué cura no ha necesitado nunca una confesión? ¿Qué cura no ha sido nunca tentado? Por el amor de Dios, si hasta Cristo tuvo que resistir la tentación del Demonio y llegó casi a perder la fe en sus últimos días. La raza humana es imperfecta, y son las decisiones que tomamos, los sacrificios que hacemos, las pruebas que superamos, lo que realmente nos hace dignos del Reino de los Cielos. Al menos yo lo veo así, y el Testigo de Jehováh al que desarmé con estos mismos argumentos al final me acabó dando la razón, así que muy desencaminado no debía ir.
Pero nuestra Santa Iglesia Católica (la nuestra, la española más concretamente) no parece ver esto que para mí casi podría ser un dogma. No, su punto de vista es siempre el correcto, lo cual es comprensible porque ¿cómo podrías consolar a tus millones de fieles con unos preceptos cambiantes? Toda religión es una serie de "verdades universales" que la raza humana necesita como faro para superar las adversidades, y yo eso lo respeto; pero si ese faro se dedicase a encenderse y apagarse a intervalos cambiantes, pues como que quedaría raro. No, tienen que mantenerse inamovibles. Con todo, no es fácil. Los tiempos cambian, la cultura evoluciona, y el hecho de que los sacerdotes sean todos seres humanos (y dos cebras, pero el Vaticano aún no se ha pronunciado al respecto), todo ello unido hace que en ocasiones sea difícil mantener una postura ecuánime.
Todo esto, amigos y amigas de teodiomucho, viene al caso de la jornada "Por la familia cristiana" de hoy (bueno, a estas horas ya de ayer), en las que se han recogido las siguientes frases:
Antonio María Rouco Varela, arzobispo de Madrid: "Las leyes españolas que regulan el aborto, el divorcio 'express' y las bodas gays suponen una marcha atrás en los derechos humanos. [...] Nos entristece tener que constatar que nuestro ordenamiento jurídico ha dado una marcha atrás respecto a lo que la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas reconocía y establecía hace ya casi setenta años, a saber: que 'la familia es el núcleo natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a ser protegida por la sociedad y el Estado"
Agustín García-Gascó, arzobispo de Valencia: "La cultura del laicismo es un fraude y un engaño, no construye nada, sólo desesperanza por el camino del aborto, del divorcio 'express' y de una ideología que quiere manipular a los jóvenes. [...] Por ese camino no se respeta la Constitución de 1978, por ese camino nos dirigimos a la disolución de la democracia"
Antonio Cañizares, arzobispo de Toledo: "la familia debe ser la primera prioridad mundial. [...] La sociedad española vive una gran amenaza social con legislaciones inicuas e injustas"
Grandes faros de la moral cristiana, sin lugar a dudas. Habrá quien considere estas palabras retrógradas, obsoletas y extremistas (yo mismo, sin ir más lejos), pero no podemos negar que defienden sus principios morales y sus valores tradicionales a capa y espada. Y en última instancia, eso es lo único que se le puede pedir a una religión: que sea consecuente.
Sólo que, permitidme una observación, esto ha salido en un acto multitudinario justo dos días después de que aparecieran estas OTRAS declaraciones:
Bernardo Álvarez, obispo de Tenerife"Puede haber menores que sí lo consientan y, de hecho, los hay. Hay adolescentes de 13 años que son menores y están perfectamente de acuerdo y, además, deseándolo. Incluso si te descuidas te provocan"
Y claro, esto me hace preguntarme una cosilla... ¿cómo es posible que la postura de la Iglesia sea que los valores familiares tradicionales deben prevalecer, si al mismo tiempo la postura de la Iglesia parece ser el clásico "La culpa es de los padres, que los visten como putas"?