lunes, 24 de enero de 2011

CINECLUB presenta... un magnífico estudio sobre los efectos del LSD

Tiempo es ya de retomar temas más culturales en este nuestro blog. Y me gustaría retomar esta nueva sección, el CINECLUB, que parece que promete bastante. Para los que no conozcan esta sección, leed un par de posts más atrás, que tampoco empezamos hace tanto; pero bueno, yo soy el primero en ser vago así que tendré que ser tolerante en ese aspecto, o sea que... CINECLUB es una apuesta de TEODIOMUCHO por el cine, pero no por el cine tal cual. En CINECLUB, la idea es analizar una película desde un punto de vista diferente, para demostrar que tras cada obra cinematográfica siempre hay mucho más de lo que el ojo puede ver.

En esta ocasión quiero estudiar una película que me ha parecido fascinante. Una aproximación al estudio de los efectos de las drogas psicotrópicas y alucinógenas, pero desde una perspectiva un poco... diferente.

No es nada nuevo, en realidad, ya que lo que el director de esta película hace no es sino emular a Saramago. Sin embargo, la jugada original era tan buena que puedo comprender que otros hayan intentado seguirla. Me estoy refiriendo, por supuesto, al brillante planteamiento de "Ensayo sobre la Ceguera". En dicha obra, se analiza la ceguera dándole la vuelta a la tortilla, y se nos presenta un mundo en el que la ceguera afecta a todo el mundo... menos a una única persona. De esta forma, lo que es diferente no es ser ciego, sino poder ver.

Del mismo modo, en esta película todos los personajes están bajo los efectos de alguna sustancia que inhibe y altera su percepción de la realidad, provocando en todos ellos un asombroso caso de alucinación colectiva. Todos... menos una única persona.

Curiosamente, sin embargo, esta única persona cuya percepción de la realidad no ha sido alterada NO ES la protagonista de la historia, sino una secundaria. Un giro argumental francamente curioso, porque de esta forma se extiende la ilusión de que todos menos ella ven alucinaciones: se incluye al público en ese "todos", haciéndoles formar parte de la masa de alucinados y tomando por normal lo que, a los ojos de esa única persona, es algo completamente ilógico e irracional.

El mensaje final de la historia, no obstante, es algo desolador: la heroína de esta historia, la única persona que ve las cosas con claridad, acaba cayendo víctima de la misma ilusión colectiva que afecta a sus convecinos. De forma que, al terminar la narración, todo el mundo da por hecho que todo lo que ha ocurrido durante la película es perfectamente normal.

Quisiera finalizar esta reseña, pues, ofreciendo esta pequeña reflexión: ¿es el mensaje de la película que el conformismo nos acabará convirtiendo a todos en borregos de mente adormecida, incapaces de pensar por nosotros mismos? ¿O que existe aún una posibilidad, si nos mantenemos firmes y fieles a nuestra forma de pensar? Me gustaría pensar que la moraleja de la historia es esta última, y que aún existe esperanza para la raza humana.

Así que, por favor, si algún día descubrís que todo el mundo a vuestro alrededor piensa que esto es un pez la mar de normal y la mar de bonito...



... haced como la vieja loca e inadaptada de Ponyo en el Acantilado: manteneos firmes, hasta que encontréis a alguien más capaz de ver que ese pez parlante metido en un cubo tiene que ser Carmen Machi por fuerza.

La croqueta legendaria

Supongo que ya no tiene sentido alargarlo más. Este es un post que hace ya trece días que debí haber publicado. Sencillamente, no sabía por dónde empezar.

Pero en fin. Lo lógico es empezar por el principio.

Los más veteranos de este blog sabrán que siempre que puedo rindo homenaje a una persona muy especial. Alguien que marcó mi vida y de quien, por desgracia, no tuve tiempo ni ocasión de despedirme. Alguien a quien tendré que esperar el resto de mis días para poder volver a ver. Lo que puede que no sepáis... es que desde entonces no me he quedado solo.

Así es. Poco antes de su muerte, mi hermana consiguió salirse finalmente con la suya: se las arregló para que mis padres le regalasen el gato que siempre había querido. Y cuando ella se marchó... Chopín se quedó.

Quienes me conocen saben que siempre he hablado de él con esa extraña forma de cariño que habitualmente se manifiesta por medio de insultos. Así, por ejemplo, siempre me he referido a mi gato como "el primer híbrido nacido de un gato y una croqueta de pollo". Ha habido gente que me ha tomado por embustero hasta que finalmente lo han visto. Chopín, el gato que se tumbó sobre una tableta gráfica y se la cargó. Chopín, el gato que si se tumbaba dulcemente sobre tu pecho en actitud cariñosa te cortaba la respiración. Chopín, el gato cilíndrico.

Pero siempre ha sido mucho más que eso.

Hablo del gato que me vio deprimido y, sin quitarme ojo de encima, sin cambiar para nada su expresión corporal, se desparramó por el suelo para hacerme reír. El mismo gato al que le gustaba tumbarse en mi cama, encima de mi batín, y pasarse en ella el día entero hasta que llegaba la hora de echarlo para poder irme a dormir. El capaz de darte conversación y hablarte, como mínimo, de una marca de cerveza: Mahou. El gato, en definitiva que fue el primero en venir a consolarme cuando mi hermana murió.

El gato del que nunca me pude deshacer. Un recuerdo constante de mi hermana perdida, al que tuve la oportunidad de dar a la protectora y con el que decidí quedarme costase lo que costase.

Y le escribo este post, a la croqueta legendaria que tantos años me ha acompañado, porque el día 11 de Enero de 2011 también él nos dejó por una insuficiencia renal.

Así que ya lo veis. Chopín se ha reunido finalmente con Montserrat, ama y mascota juntos de nuevo.

Y lo más probable es que esto no vaya a ninguna parte, pero si fuera posible... Si existiera la posibilidad de que este blog lo lean en el cielo (ya que en la Tierra no me lo leo ni yo), sólo hay una cosa que me gustaría pedirle a mi hermana desde aquí. Así que Montserrat, si puedes leer esto...

... he intentado cuidarlo lo mejor que he podido. Pero como estaba enfermo, ha perdido mucho peso (que ya le vale, no conseguimos que adelgace estando sano y va y lo hace estando enfermo). Te toca a ti ahora alimentarlo y cuidar de él para que, algún día, podamos mirar al cielo y ver una enorme croqueta gris.



Buen viaje, socio. Pásatelo bien con tu dueña y con el viejo Milú. Y no te preocupes, que la eternidad sigue teniendo un batín con tu nombre.

martes, 4 de enero de 2011

CINECLUB presenta... una soberbia semblanza de la crisis de la mediana edad

Año nuevo, sección nueva, damas y caballeros. Esta vez me gustaría que nos pusiéramos todos la bata de terciopelo y cojamos la copa de brandy en una mano y la pipa en la otra para comentar, con los ojos de un señor culto e ilustrado, películas que normalmente nunca habíamos analizado en profundidad.

Quisiera empezar con la que pude ver anoche, deleitándome con el intenso sabor de un puñado de pistachos que cogí para matar el gusanillo. Se trata de una historia francamente cautivadora: la de un triunfador que, pese a todo su éxito, ha llegado a ese punto en su vida en el que se plantea hacia dónde se dirigen sus pasos.

Hablamos de todo un ganador. No hay nadie mejor que él en lo que hace. Sus vecinos le admiran, sus superiores se sienten inferiores a él, pero eso no le basta. Porque nuestro protagonista, amigos míos, siente que necesita algo nuevo.

Y como suele ocurrir en estos casos, esta búsqueda de nuevas experiencias le lleva a perder el norte de su propia vida. Ya lo hemos visto infinidad de veces: personajes de mediana edad que se ven sumidos en una crisis existencial y, qué sé yo, intentan conquistar a una persona mucho más joven, o se compran un vehículo deportivo y tremendamente vistoso, o de pronto deciden emprender una nueva carrera. Pero pocas veces se ha reflejado esta crisis de la mediana edad con la crudeza de esta película.

Así es. Nuestro personaje decide no sólo probar cosas nuevas, sino olvidar por completo su propio ser. Y al tratarse de una personalidad tan magnética y arrolladora como la de este nuestro protagonista, su afán por cambiar su propia existencia acaba arrastrando a todos sus convecinos, que sin llegar a entender plenamente los planes de su campeón, se dejan embelesar por la promesa de una nueva vida y deciden perseguir el mismo sueño.

Por supuesto, no todo el mundo se deja embaucar. Nuestro héroe ha encandilado a una joven enamoradiza e impresionable, cuyo amor por él es tan inquebrantable... que resulta la única de sus allegados que hace todo cuanto puede para hacerle ver su error. Porque aunque el protagonista pone todo su empeño, aún tiene que descubrir que es una equivocación desastrosa intentar ser lo que uno no es, y que lo único que necesita para sentirse bien consigo mismo es disfrutar no sólo de su trabajo sino del amor y la comprensión de quienes le rodean.

Esta es una historia de autoaceptación y de perdonarse a uno mismo, una historia sobre cómo, al llegar a un cierto punto en la vida, todos sentimos que hemos perdido lo que nos hacía ser quienes éramos, y de pronto ya no sabemos quiénes somos en realidad. Una historia, en definitiva, sobre la madurez.

Sí señor. Pesadilla Antes de Navidad es, sin lugar a dudas, la mejor película sobre la Crisis de los Cuarenta que he visto en mi vida. ¡Y además sale Santa Claus! ¿Qué más se puede pedir?