La cruda realidad (episodio I)
Niños, niñas, estar enamorado es maravilloso. Los insultos rebotan en tu sonrisa de gilipollas, lo ves todo con otros ojos, encuentras la solución a los problemas, te salen los solitarios... Os lo digo en serio, sé que puede parecer que yo de eso no gasto pero lo cierto es que, cuando uno se enamora, le cambia la vida. Y al menos en mi caso, diría que está siendo para mejor.
Con todo, ninguna relación de pareja es un camino de rosas (por eso estamos planteándonos seriamente convertir nuestra relación de pareja en una relación de orgía). Y es que, aunque el amor sea más poderoso que ninguna otra fuerza del Universo, también tiene sus obstáculos. Hay una dura lección que no te enseñan en las películas, algo que quizás todos necesitaríamos saber cuando entramos de lleno en una relación, pero que sin lugar a dudas se aplica cuando la susodicha relación es, como es nuestro caso, a distancia (y tan a distancia, joder, cada uno en una punta del país). Y como nadie os va a dar esta impontante lección, TEODIOMUCHO, cumpliendo una vez más con su labor social, ha decidido dar el paso y revelaros el secreto de toda relación a distancia. Repetid conmigo estas cuatro palabras:
Estoy. Enamorado. Necesito. Pasta.
Así es, niños y niñas. El amor es gratis, pero el amor bien llevado cuesta dinero. No me entendáis mal, no estoy reprochando nada a mi Sandra, no quiero decir que tenga que pagarle todos los caprichos (en todo caso, y como ya hemos podido comprobar, yo salgo más caro que ella). Pero lo cierto es que, cuando hay amor de lejos, existe un fuerte deseo de acortar esa distancia, de tener a la persona amada entre tus brazos en lugar de abrazar el monitor del ordenador como un gilipollas (eeehm... que digo yo que habrá quien lo haga, sí...). Y para poder ver a tu pareja con una cierta frecuencia, hay que viajar. Y viajar, a menos que seas Frodo... cuesta dinero.
Bien. Los que me conozcáis bien sabréis que aparte de friki irredento, desastre andante, atractor de absurdos, víctima propiciatoria de atropellos, quejicoso de mierda, nulo a la hora de orientarme, soluble al agua (gracias por recordármelo, Ángel), fanático del género detectivesco, calamidad viajera y una fiera en la cama, también soy publicista profesional. En la lista de enlaces serios podréis encontrar la web de la agencia publicitaria que estoy constituyendo, partiendo del principio de "Al menos digo yo que YO A MÍ MISMO sí me contrataré aunque no tenga experiencia, ¿no?". Esta empresa, mi orgullo y alegría, es ahora mismo mi fuente de ingresos. Pues bien, resulta que no me está entrando ningún cliente y, por tanto, me como los mocos.
Entenderéis que, ahora más que nunca, esa situación tiene que cambiar. Así que he decidido cambiar mi horario: vengo por las tardes, sólo por si viene alguien despistado, pero por las mañanas salgo a patearme las calles buscando clientes.
¿Qué es buscar clientes?, os preguntaréis (es una orden). Buscar clientes, amiguitos y amiguitas, es entrar en locales en los que normalmente no entrarías para cronometrar cuánto tiempo tardan en echarte a la calle, para que puedas seguir volviendo a buscar. Si tienes suerte, te dejarán hablar cinco minutos, así que hay que aprovecharlos para, como mínimo, que se queden con tu nombre. Desnudarse y correr por toda la oficina gritando cómo te llamas ayuda a que te recuerden, pero también a que te arresten y te pongan una orden de alejamiento, así que ya os digo yo que quizás no sea del todo una buena idea.
La búsqueda de clientes, además, tiene un detalle curioso: depende bastante de a qué te dediques. Por ejemplo: un vendedor de café visitaría sobre todo cafeterías, un profesor de música conservatorios, etcétera. Según quiénes sean tus clientes, ese tipo de negocio tendrás que visitar. ¿Cuáles son los clientes de una agencia de publicidad?
TODO DIOS.
Así que tengo que visitar todo tipo de negocios. Y eso, por supuesto, me ha llevado a escuchar respuestas tan apasionantes como las siguientes que os voy a relatar:
1- No, pero es que nosotros ya tenemos a quien nos hace la publicidad. Y claro, como es amigo del jefe...
2- ¿Publicidad? ¿Pero en qué sentido? ¡Nosotros el Don Anuncio!
3- Es que no está el jefe, y yo aquí ni pincho ni corto, así que...
4- ¿"Críptico"? ¿Qué es eso de "Críptico"?
5- Me quedan dos semanas para jubilarme (os juro que esta es verídica).
6- No, qué va, nosotros es que no hacemos publicidad. A nosotros ya nos conocen.
7- No, verás, es que nosotros YA SOMOS una agencia de publicidad.
8- ¿Que quién nos lleva la publicidad? Esa agencia de ahí (la número 7 de la lista, para más señas).
9- Ah, ¿diseño? Pues menos mal que has llegado, porque me he comprao el photoshop y es que no me entero de nada, hijo...
10- No sabría decirte, yo sólo estoy aquí para limpiar.
Y todo eso en dos días. Como os podéis imaginar, a día de hoy sigo sin tener clientes... Os mantendré informado de los progresos.