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martes, 19 de febrero de 2008

Déjese de tecnicismos, doctor, ¿qué quiere decir con "Ha sido niña"?

Esta es la hermosa historia de un matrimonio de rumanos, el señor C y la señora I (o puede que el señor I y la señora C, sólo tengo las iniciales, no sé de quién es cada una), afincados en Sevilla, la ciudad en la que las cosas normales parecen no ocurrir jamás. El señor y la señora B (va a ser más fácil llamarlos por el apellido) iniciaron hace nueve meses la mayor aventura de sus vidas: el embarazo, el camino a la paternidad (y la maternidad, se entiende), la dulce espera de un polillitito por venir (huy, perdón) de un precioso niño por venir. La vida les sonreía, su futuro parecía brillante y lleno de llantos y pañales y alegrías y cosas de esas.

Mas el destino, como bien sabéis, siempre se reserva alguna sorpresa, y es tan ladino y artero como una farola empanada. Y el niño que con tanta alegría y fervor esperaban el señor y la señora B resultó ser una niña.

En fin. No se lo esperaban, vale. No se les había ocurrido preguntarle antes al médico "¿Pero qué va a ser?", de acuerdo. Pero no temáis por nuestros héroes, amiguitos, pues ya están más que curtidos en el noble arte de la lucha contra la adversidad. Así pues, con gran agilidad y rapidez, el señor y la señora B procedieron, sin dudar, a INTENTAR VENDER A SU HIJA AL PERSONAL DEL HOSPITAL. Porque oye, es que es niña, joder, y si no querían una niña, ¿qué van a hacer?

¡Pero atención! ¡Rayas y centollas! ¡No puede ser! ¡El personal del hospial se niega a comprar al bebé! ¿Qué harán ahora nuestros valerosos señor y señora B? ¡No se aparten de sus pantallas, porque están a punto de hacer su jugada estrella... yyyyyyy...!




... ¡¡ABANDONAN A LA NIÑA EN EL HOSPITAL!! Vale, vale, gente, un momento, dejad de hacer la ola. Sí, es una jugada digna de todo lo demás que acabamos de ver, pero vamos a hablar en serio aunque sea un rato, ¿de acuerdo?

Bien. Tenemos a unos padres que no querían tener una niña. Podríamos hablar de tanta gente que hay en el mundo y que no puede tener hijos. También podríamos hablar de "Pero coño, dadla en adopción", que habría sido la respuesta más lógica. Incluso, si alguien de verdad se hubiera creído durante toda esta historia que a esta pareja hay que considerarlos héroes, casi se podría decir "Pues hacen bien, si no la quieren para qué se la van a llevar". Cosa que probablemente quedaría mal decirla incluso en este blog.

Pero ahora vamos a pensar bien en la situación: no quieren una niña, así que intentan vendérsela al personal del hospital. Deben probar con más de uno, habiendo dinero de por medio nadie abandona tan pronto, así que supongamos que preguntaron, pongamos, a diez o veinte miembros del personal. No lo consiguen, así que abandonan al bebé...

... en el mismo hospital en el que todo el mundo la ha visto pasar de mano en mano con la etiqueta del precio pegada en la frente.




Pues coño, si vais a ser así de GILIPOLLAS, luego no os quejéis si la Guardia Civil os encuentra casi sin buscar. A ver: dos rumanos con un bebé, van preguntando a todo el mundo si quieren comprarlo, y lo siguiente que se sabe es que los rumanos se han ido y aparece un bebé abandonado en el hospital...

... si vais a ser así de burros, al menos aprended a cubrir vuestro rastro. Pero que vamos, que preferiblemente NO SEÁIS ASÍ DE BURROS. ¿Veis? ¿Veis con lo que tengo que lidiar? ¡Y todavía habrá quien se pregunte cómo se me ocurren absurdancias tan gordas!

miércoles, 5 de diciembre de 2007

Sevilla

Sé que lo normal sería que este post se titulase "La pesadilla: última semana", y que contase el final del curso de diseño. Pero con vuestro permiso, me voy a reservar eso para otra ocasión. Lo ocurrido ayer tiene prioridad en un blog como éste.

Como ya sabréis, estoy yendo por las mañanas al Centro de Apoyo al Desarrollo Empresarial para intentar sacar adelante mi empresa. Y allí fue donde supe de la existencia de la Feria de Industrias Culturales Andaluzas (el FICA), que se celebraba en Sevilla los días 3 y 4 de este mes (es decir, ayer y anteayer). En dicha feria había un espacio llamado "Speech Corner", destinado a que emprendedores con una idea de negocio la expusieran ante el público.

De hecho, me enteré de que existía el FICA cuando Miguel, el responsable de sede del CADE, me dijo hace una semana y media: "¡Javier, enhorabuena, presentas tu empresa en el Speech Corner del FICA!". A lo que yo respondí: "¿Lo qué?"

Pero en fin, ya estaba todo organizado. Antes de que yo me enterase de que existía esa feria, resultaba que iba a hacer una presentación de diez minutos ante los asistentes. El día, curiosamente, de la última clase. Me hace siempre una gracia que no me consulten estas cosas... pero oye, admitámoslo, era una oportunidad cojonuda de empezar a captar clientes y tenía que aprovecharla. Así que total, siempre podía cambiar la última clase de día (por segunda vez). Después de dejar claro que yo iría el segundo día, lo primero que le pregunté al bueno de Miguel fue: "¿Tengo que preparar algún tipo de material para colocar ahí en el stand, unos trípticos o algo?". Su respuesta fue "¡Por supuesto, tú ahí vas a promocionarte, llévate todo lo que puedas para el stand!".

Dediqué todo el fin de semana a preparar el diseño del tríptico. El lunes lo llevé a imprimir. Quinientas copias, ciento cincuenta euros. Por veinte euros más me sacaban mil copias, pero como en principio estos trípticos sólo eran para la feria no me quise arriesgar, no fuese a ser que encima salieran mal (el logotipo salió pixelado, pero dejando eso a un lado no quedaron mal). Quedaba exactamente una semana y dos días para la feria. Pero aún me quedaban más cosas por hacer: tenía que preparar las últimas clases del curso, dejar el plan de empresa listo para presentarlo a un concurso del ayuntamiento, y por supuesto preparar la presentación.

La semana más estresante de mi vida. Pero lo conseguí dejar todo listo a tiempo, siempre justo a tiempo, aún a pesar de las tutorías de Miguel (que darán para otro post). No podía ir al primer día de la feria, porque la última clase la cambiamos al lunes, pero al menos estaría allí el mismo martes en el stand. Aunque para ello tuviera que hacer un gran, enorme, monumental sacrificio.

Martes, cuatro de diciembre. Cinco y media de la madrugada. Me levanto de la cama, cojo trescientos trípticos, los meto en una mochila, me visto y me voy a la estación de autobuses. Cojo el autobús de las seis y media para llegar a Sevilla a las nueve y cuarto. Tiempo de sobra para llegar al Palacio de Congresos antes de que abran la feria, para soltar los trípticos en el stand y dedicar el resto del día a la atención del público.

Siete menos cuarto de la madrugada. Nos acercamos a la primera parada de nuestro viaje. Me mareo y me vomito encima. Dos segundos después, paramos.

Hago el resto del viaje totalmente guarreado. Lo primero que hago en cuanto llego a Sevilla es intentar limpiarme en el baño de la estación. Pero, oh sorpresa, ese cuarto de baño no tenía papel higiénico. Busco otro baño dentro de la estación. Encuentro uno que tiene papel higiénico... FUERA. Es decir: que tendrías que salir con los pantalones bajados a recoger el papel cuando te hiciera falta. Me limpio como buenamente puedo y voy a comprarme otros pantalones y otra mochila.

Después de una tensa espera hasta que por fin abren las tiendas, consigo los pantalones. Voy al baño del centro comercial para cambiarme. Pero atención: las puertas del baño no cierran. ¿Quién coño ha diseñado los cuartos de baño de Sevilla? ¿El Marqués de Sade?

Total, que me voy al Corte Inglés, sabiendo que esos cuartos de baño se diseñan desde la central, y me cambio allí. Compro una mochila nueva y guardo en ella los trípticos y los pantalones vomitados (dentro de la bolsa de los nuevos, claro está). Ya son las once pasadas, la feria empezó hace una hora, me cago en la puta y pillo un taxi.

Llego por fin a la feria, con unos pantalones distintos a los que llevaba al salir de casa. Pero ya estoy allí. Entro y doy mi nombre para que me den mi acreditación.

Para los que ya os lo habíais visto venir, os habéis ganado un punto friki: NO ESTOY ACREDITADO. ¿Qué cojones pasa aquí? Me dan una acreditación anónima para poder entrar. Doy una, dos, tres vueltas por la feria, veo el stand de mis vecinos del CADE, pero no encuentro el mío por ninguna parte.

Así es, damas y caballeros, me hinché a imprimir trípticos y a cargar con ellos en un agobiante y mareante viaje de madrugada a Sevilla, que me costó setenta euros más de lo que debería (en pantalón y mochila nuevos) para NO TENER UN STAND DONDE PONER LOS TRÍPTICOS Y DEDICAR EL RESTO DEL DÍA A ATENDER AL PÚBLICO. Pregunto a mis compañeros del CADE si Miguel está por ahí, ya que él se había ido a Sevilla el día anterior... y sorpresa sorpresa, resulta que ni siquiera creen que siga estando en Sevilla.

¡Bien! ¿Alguien más recuerda que había dicho que Miguel me dijo "llévate todo lo que puedas para poner en el stand" después de saber que yo iría el segundo día?




Pues ya sabéis por qué hay un nombre nuevo en la lista negra. Lo de "Sevilla" es por lo mal que lo he pasao en este puto viaje, las diecisiete horas más desperdiciadas de mi vida, y porque sólo Dios sabe quién cojones se ha dedicado a diseñar todos esos cuartos de baño tan aberrantes. Y si os parece que lo que os he contado sobre los baños tampoco es para tanto... dadme algo de tiempo para colgar la foto del único que no os he comentado.