Lo prometido es deuda, damas y caballeros. Un breve resumen de mis dos primeras clases.
Ante todo debo decir que estamos completamente rodeados. Tengo a veintidos alumnos, de los cuales sólo tres son hombres. Os podéis imaginar que, sin contar a uno de ellos (que es mi padre), los otros dos ya se han protegido el uno al lado del otro y los dos en el rincón, acojonaos. Creo que hay un total de dos alumnas que pueden no superar los treinta y cinco... y mucha, mucha gente de cuando yo era niño. Aunque la mitad no me hayan dado clases, allí todo el mundo sabe que yo soy "el hijo de Don Juan Ramón" y "el hijo de la Señorita Isabel".
Claro que eso es algo que me pasa allá donde voy. La última vez que me presenté al examen del coche, el otro alumno que iba conmigo me dijo "Oye, a todo esto, tú eres el hijo de Don Juan Ramón, ¿no?". Vamos, me lo han dicho hasta en Málaga.
En fin. Mi mayor miedo con este curso, como ya deberíais saber, era que la gente acabase muy pronto con lo que yo llevase preparado y no consiguiéramos rellenar las tres horas. ¿Cómo podía solucionarse ese problema?
Amigos míos, parece que todos habíamos subestimado el poder de Guadalinex, y de la informática en general. El cañón virtual no funciona bien, por lo que puedo proyectar mi pantalla en los ordenadores de los demás para que vean cómo se hace el ejercicio... pero luego tengo que reiniciar mi ordenador para que el resto puedan seguir trabajando; incluso así, a mucha gente de repente le desaparece el ordenador. El jueves me pasé frente al ordenador de una de mis alumnas y, ante mis propios ojos, la ventana con la que ella estaba trabajando desapareció sin que ella tocase ningún botón. Cuando estuve preparando el material de apoyo para las prácticas, para poder dejarlo en todos los ordenadores antes de empezar, resulta que acceder a la carpeta "Imágenes" bloquea el ordenador y nadie sabe por qué. Dios bendiga a nuestros futuros amos los ordenadores.
A eso, añadamos que la mayoría de mis alumnos no han tocado un ordenador en su vida. Tengo a cuatro alumnos aventajados: dos son mis padres, uno es un maestro de Infantil y el cuarto...
... oh, sí, el cuarto. No me gusta hablar mal de mis alumnos (aunque me la suda, a ver, ni que fuesen a leer esto, si no lo leo ni yo) (bueno, tampoco hay que confiarse, acordémonos de lo que pasó cuando EspectáNALGAS Vértigo). Con todo, creo que el cuarto alumno merece una mención especial. Dejando a un lado que, como profesor de instituto, es quizás mi alumno más aventajado y el que siempre acaba antes los ejercicios... creo que me puedo enorgullecer de anunciar que, damas y caballeros, hay un espía en mi clase.
El curso se abrió en un principio para los profesores de este colegio; pero también se reservaban algunas plazas para cualquier maestro de otro centro que estuviera interesado. En el último momento se apuntaron unos cuantos nombres desconocidos. Y uno de ellos, el único masculino, llamó poderosamente mi atención. Hablamos de un profesor de un instituto que también se ha actualizado como centro TIC y que, atención, VA A OFRECER UN CURSO DE DISEÑO EL PRÓXIMO TRIMESTRE. ¿Coincidencia, pues, que uno de sus docentes aparezca como alumno en mi clase?
Pero en fin. Que me robe las ideas si se atreve. En un instituto hay un nivel diferente al de un colegio de infantil y primaria, tendrá que trabajar bastante más que lo que yo estoy haciendo, y a mí me van a pagar una buena pasta, así que... adelante, que me plagie a gusto.
Hablemos del resto de la clase. Admitámoslo, el primer día les costó hacerse con los controles, y hay muchos que aún olvidan algunos pasos básicos (como "guardar cada cinco minutos para que cuando el ordenador empiece a dar problemas podamos reírnos en su cara en lugar de llorar amargamente en un rincón", también conocido como "Primera regla del diseño gráfico"). Pero sí hay una cosa que tengo que decir en favor de mis alumnos: voluntad y creatividad no les faltan. Yo les pongo un ejercicio básico, casi dolorosamente simple, para hacer un arbolito que bien podría parecer un chupachups de menta; ellos se dedican a ponerle manzanas, florecitas por el suelo, a tallarle un corazón en el tronco... Experimentar experimentan, y esa viene a ser la segunda regla del diseño gráfico (ya que la primera es "guardar cada cinco minutos para que etcétera etcétera la colgó de un abedul"): complicarse la vida, seguir practicando, seguir cambiando cosas una detrás de otra, y ver realmente qué se puede hacer y hasta dónde podemos llegar.
¿Que se les va la olla alguna que otra vez? Pues mira, tal vez, porque poner caritas sonrientes en todas las manzanas ya empieza a ser enfermizo. ¿Que como maestros que son deberían callarse la boca cuando el profesor habla o bien no quejarse luego de sus alumnos? Pues sí, pero entiendo que si yo iba con la idea de vengarme de mis maestros, ¿Cómo no van ellos a vengarse de sus alumnos? ¿Que las lecciones de la semana que viene son demasiado simples y me temo que esta vez sí que van a acabar demasiado rápido con el material? Por supuesto, pero siempre podré confiar en mis alumnas de nivel más bajo para poder decirle al resto "Vosotros seguid jugando con los ordenadores, vamos a darles algo de tiempo para que terminen los demás". Al menos se lo están pasando bien. Bueno, una no, pero esa ya se ha borrado.
Dos días. Quedan seis. Una alumna menos. Quedan veintidos. La semana que viene, nuevo informe de campaña. A ver cuántos sobreviven.