lunes, 19 de noviembre de 2007

La Pesadilla: TERCERA SEMANA

Cómo, ¿ya?





Pues sí, damas y caballeros, ya. Porque esta semana, mañana sin ir más lejos, me voy más lejos (perdón) me voy a Cádiz a unas jornadas sobre publicidad y diseño gráfico, y no vuelvo hasta el jueves por la noche. Y como es precisamente los martes y los jueves cuando tengo yo las clases... hemos tenido que hacer algunos cambios. Así que, esta semana, hemos tenido clase el lunes... y ya está. La clase que falta por recuperar la daremos el martes después de la última semana oficial. Es decir, justo el martes antes del macropuente.

Y qué puedo decir. Ahora sí que tengo miedo. Les he puesto otro programa de dibujo vectorial, Inkscape, por definición más complejo que el OpenOffice Draw con el que habíamos estado trabajando. Me he puesto a complicarles el ejercicio todo lo que he podido, les he metido conceptos como "Unión de trazos" y "Canal Alfa", ¡y no veas cómo se han ilusionado! ¡Que les he tenido que decir "Se nos acaba la hora de clase" porque es que no se querían ir! Y lo que es más inquietante... ¡Esta vez ha sido una de mis alumnas la que ha traído las galletas!

En fin. Esta vez han faltado cuatro alumnas, que al ser lunes no les ha venido bien... pero aún así, ahí han estado casi todos, al pie del cañón. Incluso el espía ha sido lo bastante curioso como para tocar el botón del programa que les dije "No lo toquéis o lloraréis durante horas" (el botón de programación en XML, que no sé para qué coño lo ponen en un programa de diseño vectorial).

Anda que cuando lleguemos al Gimp el jueves que viene, si a esas alturas todavía no lloran ya no sé lo que me va a hacer falta.










OFF-TOPIC: Querría poner esto en su día correcto, pero como no sé si tendré internet en el hotel allí en Cádiz... este jueves, la culpable de que exista este blog se enfrenta al mayor desafío de su carrera hasta la fecha. Que toda la fuerza de tantos y tantos que hemos pasado por Teodiomucho (los anuncios en inglés, mayormente) la acompañe en su duro trance y la impulse a alcanzar la gloria para la que sin duda está destinada. ¡Mucha mierda, Virgi!

domingo, 18 de noviembre de 2007

La Pesadilla: SEGUNDA SEMANA

Siguen ahí.

Los muy cabritos siguen ahí.

Les he puesto a hacer una felicitación de navidad en cincuenta y dos pasos. Les he puesto a hacer una presentación multimedia inventándose ellos el texto. Les he amenazao con que la semana que viene cambiamos de programa a uno todavía más difícil.

¡Y siguen ahí!






No lo entiendo. De verdad que no lo entiendo. No estarán... no puede ser, no pueden estar... quiero decir, no me estarán insinuando, o dando a entender...


... no pueden estar insinuando que SÉ DAR CLASES! ¿Verdad? ¿¿¿VERDAD???



Ahí los tengo. A todos. Menos a la que se fue el primer día, siguen viniendo todos. Aún a pesar de frases como ésta:

-A ver, abro el clipart de la manzana y... ay, no, que lo he hecho mal. Vuelvo a abrirlo... ¡Leche, vuelve a estar mal! Lo intento una vez más... ¡Nada, que siempre sale mordida!

(para los que os lo estuviérais preguntando... el clipart representaba, efectivamente, una manzana mordida)

¡Y aún así, al acabar la clase, algunos me dan las gracias y todo! ¡Tengo un alumno que, como no podía dormir, se levantó a las cinco de la mañana para ponerse a hacer uno de mis ejericios! ¡Se dedican incluso a seguir los apuntes, para poder seguir con los ejercicios ANTES de que pare la clase para explicar los siguientes pasos!

Voy hasta con miedo, vamos. ¡Si es que son capaces hasta de (¿osaré decirlo?) de aprender! ¿¿¿Por qué, oh maldita sea, por qué siguen viniendo???













(¿a que va a ser porque el martes llevé galletas?)

sábado, 10 de noviembre de 2007

La pesadilla: PRIMERA SEMANA

Lo prometido es deuda, damas y caballeros. Un breve resumen de mis dos primeras clases.

Ante todo debo decir que estamos completamente rodeados. Tengo a veintidos alumnos, de los cuales sólo tres son hombres. Os podéis imaginar que, sin contar a uno de ellos (que es mi padre), los otros dos ya se han protegido el uno al lado del otro y los dos en el rincón, acojonaos. Creo que hay un total de dos alumnas que pueden no superar los treinta y cinco... y mucha, mucha gente de cuando yo era niño. Aunque la mitad no me hayan dado clases, allí todo el mundo sabe que yo soy "el hijo de Don Juan Ramón" y "el hijo de la Señorita Isabel".

Claro que eso es algo que me pasa allá donde voy. La última vez que me presenté al examen del coche, el otro alumno que iba conmigo me dijo "Oye, a todo esto, tú eres el hijo de Don Juan Ramón, ¿no?". Vamos, me lo han dicho hasta en Málaga.

En fin. Mi mayor miedo con este curso, como ya deberíais saber, era que la gente acabase muy pronto con lo que yo llevase preparado y no consiguiéramos rellenar las tres horas. ¿Cómo podía solucionarse ese problema?

Amigos míos, parece que todos habíamos subestimado el poder de Guadalinex, y de la informática en general. El cañón virtual no funciona bien, por lo que puedo proyectar mi pantalla en los ordenadores de los demás para que vean cómo se hace el ejercicio... pero luego tengo que reiniciar mi ordenador para que el resto puedan seguir trabajando; incluso así, a mucha gente de repente le desaparece el ordenador. El jueves me pasé frente al ordenador de una de mis alumnas y, ante mis propios ojos, la ventana con la que ella estaba trabajando desapareció sin que ella tocase ningún botón. Cuando estuve preparando el material de apoyo para las prácticas, para poder dejarlo en todos los ordenadores antes de empezar, resulta que acceder a la carpeta "Imágenes" bloquea el ordenador y nadie sabe por qué. Dios bendiga a nuestros futuros amos los ordenadores.

A eso, añadamos que la mayoría de mis alumnos no han tocado un ordenador en su vida. Tengo a cuatro alumnos aventajados: dos son mis padres, uno es un maestro de Infantil y el cuarto...

... oh, sí, el cuarto. No me gusta hablar mal de mis alumnos (aunque me la suda, a ver, ni que fuesen a leer esto, si no lo leo ni yo) (bueno, tampoco hay que confiarse, acordémonos de lo que pasó cuando EspectáNALGAS Vértigo). Con todo, creo que el cuarto alumno merece una mención especial. Dejando a un lado que, como profesor de instituto, es quizás mi alumno más aventajado y el que siempre acaba antes los ejercicios... creo que me puedo enorgullecer de anunciar que, damas y caballeros, hay un espía en mi clase.

El curso se abrió en un principio para los profesores de este colegio; pero también se reservaban algunas plazas para cualquier maestro de otro centro que estuviera interesado. En el último momento se apuntaron unos cuantos nombres desconocidos. Y uno de ellos, el único masculino, llamó poderosamente mi atención. Hablamos de un profesor de un instituto que también se ha actualizado como centro TIC y que, atención, VA A OFRECER UN CURSO DE DISEÑO EL PRÓXIMO TRIMESTRE. ¿Coincidencia, pues, que uno de sus docentes aparezca como alumno en mi clase?

Pero en fin. Que me robe las ideas si se atreve. En un instituto hay un nivel diferente al de un colegio de infantil y primaria, tendrá que trabajar bastante más que lo que yo estoy haciendo, y a mí me van a pagar una buena pasta, así que... adelante, que me plagie a gusto.

Hablemos del resto de la clase. Admitámoslo, el primer día les costó hacerse con los controles, y hay muchos que aún olvidan algunos pasos básicos (como "guardar cada cinco minutos para que cuando el ordenador empiece a dar problemas podamos reírnos en su cara en lugar de llorar amargamente en un rincón", también conocido como "Primera regla del diseño gráfico"). Pero sí hay una cosa que tengo que decir en favor de mis alumnos: voluntad y creatividad no les faltan. Yo les pongo un ejercicio básico, casi dolorosamente simple, para hacer un arbolito que bien podría parecer un chupachups de menta; ellos se dedican a ponerle manzanas, florecitas por el suelo, a tallarle un corazón en el tronco... Experimentar experimentan, y esa viene a ser la segunda regla del diseño gráfico (ya que la primera es "guardar cada cinco minutos para que etcétera etcétera la colgó de un abedul"): complicarse la vida, seguir practicando, seguir cambiando cosas una detrás de otra, y ver realmente qué se puede hacer y hasta dónde podemos llegar.

¿Que se les va la olla alguna que otra vez? Pues mira, tal vez, porque poner caritas sonrientes en todas las manzanas ya empieza a ser enfermizo. ¿Que como maestros que son deberían callarse la boca cuando el profesor habla o bien no quejarse luego de sus alumnos? Pues sí, pero entiendo que si yo iba con la idea de vengarme de mis maestros, ¿Cómo no van ellos a vengarse de sus alumnos? ¿Que las lecciones de la semana que viene son demasiado simples y me temo que esta vez sí que van a acabar demasiado rápido con el material? Por supuesto, pero siempre podré confiar en mis alumnas de nivel más bajo para poder decirle al resto "Vosotros seguid jugando con los ordenadores, vamos a darles algo de tiempo para que terminen los demás". Al menos se lo están pasando bien. Bueno, una no, pero esa ya se ha borrado.

Dos días. Quedan seis. Una alumna menos. Quedan veintidos. La semana que viene, nuevo informe de campaña. A ver cuántos sobreviven.

jueves, 8 de noviembre de 2007

Acosado

Vale, esto ya es la hostia.

Os prometo que mañana, el sábado lo más tardar, os hago un resumen de las dos clases de esta semana. Pero permitid primero que haga un pequeño off-topic.

Como algunos ya sabréis, estoy asistiendo por las mañanas al CADE (Centro de Ayuda al Desarrollo Empresarial... creo, soy malísimo pa las iniciales) con intención de sacar adelante el proyecto de mi propia empresa (qué pasa, si no me contrata nadie me tendré que contratar yo, ¿no?). Esa es mi doble identidad: publicista emprendedor durante el día, profesor de profesores durante el día también hasta que al final se nos hace de noche.

Bueno, pues aquí estoy yo, en el CADE, tranquilamente desarrollando mi plan de empresa (vale, leyendo gilipolleces por Internet, dadme cuartelillo), hoy soy el único emprendedor que ha venido así que estamos sólo Jtoa (el chico de la recepción) y yo (como la mitad de los días, que al final soy el único que viene). Y en esto estábamos, cuando de repente...

... entra en el CADE un señor trajeado con un maletín y se pone a hablar con Jota. Yo desde mi despacho no lo oigo, per como al menos una de las paredes es de cristal puedo ver la escena. No es tan raro, mucha gente entra a buscar información o a ofrecerse para dar cursos o cualquier cosa de estas. Sigo a lo mío, y al rato veo que ese caballero trajeado con maletín entra en mi despacho.

También ha pasado alguna vez, no ven a quién preguntarle y me preguntan a mí, pero eso sólo pasa cuando Jota no está en su puesto. Así que, extrañado, le saludo y dejo que se presente. Me dice que están visitando todas las empresas de la zona para ofrecer un servicio gratuito. Hasta ahí todo bien. Y entonces es cuando suelta la última frase que me habría esperado oír aquí:

-¿Tiene la tarjeta del Corte Inglés?


Efectivamente, damas y caballeros, AHORA LOS HOMBRES DE LA TARJETA DEL CORTE INGLÉS TE BUSCAN INCLUSO FUERA DEL CORTE INGLÉS. Su desesperación por captar clientes ha llegado a límites insospechados. Todos los que pensábais "Me quedo en el trabajo en lugar de ir al Corte Inglés, que me dan miedo esos señores", sabed que ya no estáis a salvo.

Y digo yo, ¿qué será lo próximo?

-Ehp. Pst. Chaval. Sí, tú, el de los cinco años. Acércate, que tengo algo muy bonito para ti... ¿tienes la tarjeta del Corte Inglés?

-Por favor, dejen de gritar y no se preocupen por taparse, ustedes no tienen nada que el Corte Inglés no haya visto. Respondan pronto a mi pregunta y podrán seguir con su, disculpen, coito tan poco imaginativo... ¿tiene alguno de ustedes la tarjeta del Corte Inglés?

-Le acompaño en el sentimiento... ¿tiene la tarjeta del Corte Inglés?

-Buenos días, señora ama de casa, perdone que le aparezca en su televisor en mitad del programa de la Maria Teresa, pero vengo a preguntarle si tiene ya la tarjeta del Corte Inglés.

-¡¡ESTO ES UNA REDADA!! ¡¡¡ESTÁN TODOS RODEADOS!!! ¡¿TIENE ALGUNO DE USTEDES LA TARJETA DEL CORTE INGLÉS?!

-Sin pecado concebida... ¿tiene la tarjeta del Corte Inglés?

-¡Señora! ¿Qué me diría si le cambio su detergente por la tarjeta del Corte Inglés?

-Sí, pues me va a poner un big mac con patatas y bebida grandes... y... ¿tiene la tarjeta del Corte Inglés?

-Abrid vuestros libros de texto por la página cincuenta y cuatro... ¿tenéis la tarjeta del Corte Inglés?

-¡Enhorabuena, señores, ha sido un niño! ¿Tienen la tarjeta del Corte Inglés?

-Yo os declaro marido y mujer. ¿Tenéis la tarjeta del Corte Inglés?

-Lo siento pero me temo que es inoperable... ¿tiene la tarjeta del Corte Inglés?

-Y ahora pasamos a las noticias internacionales. Pero antes... ¿tienen la tarjeta del Corte Inglés?

-Aquí yace Pedro Elorriaga, amado esposo... ¿tiene la tarjeta del Corte Inglés?



¿Exagerado? Vosotros dadles tiempo, y ya hablaremos.

lunes, 5 de noviembre de 2007

La pesadilla: PRÓLOGO

Hacía ya tiempo que no dedicaba ningún post a vivencias personales. Perdonad por ello, es que los políticos son a veces taaaan tentadores... Pero aquí estamos, nuevamente, para contar que mi mayor pesadilla está a punto de comenzar.

Los que me conocéis bien conocéis mi historia. Soy Licenciado en Publicidad y Relaciones Públicas, porque cuando estaba haciendo la selectividad mis padres me dijeron "O sacas nota suficiente para la carrera que quieres estudiar o te metemos en Magisterio", y por eso acabé estudiando Publicidad. Soy hijo de maestros, tengo amigos maestros o profesores (que no es lo mismo pero se parecen), visito asiduamente el Blog de Jotace (gracias por el enlace, majo), SÉ LO NOCIVO QUE PUEDE SER DAR CLASES.

Está además el pequeño factor de que nunca he sabido dar clases. Por escrito me expreso enormemente bien, soy una eminencia de las letras, un genio del lenguaje, como siempre me enorgullezco de anunciar con toda humildad. Pero cuando tengo que expresarme de manera oral... la apoteósica primera llamada a mi primer casero ("Usted... usted... usted casero... yo no!") o mi romántica declaración de amor a la zorra de mi ex por teléfono ("Que... ehm... que me... vaya, que me gustas y... y que si... ehmm... tú querrías... salir conmigo... y... y... y... y eso") (tras lo cual, AÚN ASÍ, la muy puerca salió conmigo) son ejemplos tan buenos como cualquier otro. Así que os podéis imaginar lo bien que se me tiene que dar la enseñanza.

Pues bien. Llevo ya más de un año en paro (eh, soy licenciado, ¿recordáis?), y estoy intentando crear mi propia empresa para ver si, al menos me contrato yo. Como es natural, cualquier trabajo que me pudiera salir y que compense lo suficiente es algo que ni siquiera dudaría en aceptar.

Vais atando cabos, ¿verdad?

Muchos colegios se están reconvirtiendo en centros TIC ("Tecnologías de la Información y la Comunicación", vulgo "ordenadores"). Eso significa que ahora los maestros de esos colegios tienen que saber utilizar un ordenador. Así que necesitan aprender a manejar algunos cuantos programillas de diseño gráfico.

Y ahí entro yo.

Así es, niños y niñas. Después de evadir el legado familiar, después de siete años estudiando algo que no es Magisterio, después de un año en el paro... voy a acabar dando clase a los maestros. A partir de mañana. Tres horas al día. Dos días en semana. Sólo durante el mes de Noviembre.

Si no fuera por el pastón que me van a pagar, ahora mismo estaría llorando en una esquina. Pero gracias al pastón, me mantengo lo bastante cuerdo como para darme cuenta de que ha llegado la hora de la venganza. ¿Sabéis cuántos de mis alumnos me han dado clase antes? ¿Eh? ¿Eh?

(vale, sí, tres, una me caía bien y los otros dos son mis padres... PERO NO ME REVENTÉIS EL GLOBO TAN PRONTO!!!)

Os iré manteniendo informados. Porque todavía falta ver cómo voy a rellenar esas tres horas. Me han recomendado dar diez minutos de teoría y dedicar el resto de la clase a que los alumnos me cuenten qué han hecho durante el verano... ¿creéis que funcionará?